Características del Parque

Características del Parque

Parque Mahuida (sierra, montaña en Mapudungun) es un terreno de 140 hectáreas perteneciente a la municipalidad de La Reina. Este parque natural se caracteriza por ser un centro de entretención familiar que recibe aproximadamente 25.000 personas por mes, las que pueden desarrollar diferentes actividades sociales, deportivas y culturales.

El parque se ubica en la precordillera andina, comuna de La Reina, Santiago. La vegetación de esta zona corresponde a bosque nativo de tipo esclerófilo propio del clima mediterráneo. En cuanto a la fauna se han reconocido cerca de 40 especies de aves y también podemos encontrar algunos mamíferos, roedores y reptiles menores. La ubicación del parque permite tener vistas panorámicas del valle y la ciudad de Santiago por el poniente y del imponente paisaje andino por el oriente.

Dentro del parque está presente el club de rodeo, la sociedad de escultores y el museo patrimonial, lo que permite complementar los senderos con actividades culturales. Para actividades recreativas se puede acceder al Rodelbahn, Vértigo park y Granjaventura.
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Contexto ecobiogeográfico del Parque Mahuida

La diversidad biológica remanente en el Parque Mahuida forma parte de la ecorregión con clima mediterráneo que se encuentra entre las Regiones de Valparaíso (32°S) y el límite entre la Región del Biobío y de la Araucanía (38° S). Desde el punto de vista florístico, los trabajos llevados a cabo en esta ecorregión señalan altos niveles de riqueza de especies, y un gran número endemismos restringidos a esta zona biogeográfica (Cowling et al. 1996; Arroyo y Cavieres 1997; Arroyo et al. 2000). Esto significa que muchas de las especies están presentes sólo en esta región ecológica y en ningún otro lugar del mundo. Por esta razón resultan importantes para la biodiversidad global, ya que al desaparecer de esta zona podrían desaparecer totalmente.

Según Arroyo y Cavieres (1997) en esta ecorregión se distribuyen alrededor de 2.500 de especies de plantas vasculares (23% del total nacional), la mayor riqueza a nivel de la flora de todas las ecorregiones del país. Esta condición es una consecuencia de la ocurrencia de fenómenos naturales a gran escala, tales como el surgimiento la Cordillera de los Andes, la aparición de condiciones de aridez, además de fenómenos glaciales que ocurrieron hace millones de años atrás. Todos estos eventos provocaron que las especies presentes en estos ambientes, se desarrollaran aisladas del resto de la flora adquiriendo características únicas (Villagrán y Hinojosa 1997).

Debido a la evidente dependencia que presentan los animales de la vegetación, los patrones de diversidad para este grupo han respondido de manera similar. El 82% de las 38 especies de reptiles, el 50% de las 12 especies de anfibios, el 4% de las 200 especies de aves y el 19% de las 37 especies de mamíferos descritas para la ecorregión mediterránea son especies endémicas (Simonetti, 1999). Sumado a esto, 86 especies, equivalentes al 30% de los vertebrados terrestres que se distribuyen en esta ecorregión, se encuentran dentro de alguna categoría de amenaza (Simonetti, 1999).

Junto con estas particulares características de la biota mediterránea de Chile, esta zona presenta un alto y creciente grado de presión humana (Myers et al. 2000). Dentro de esta ecorregión se ubica la Región Metropolitana, densamente poblada, albergando más de 5 millones de habitantes (38 % de la población total del país, según la información obtenida del último censo realizado en el año 2002). Esto ha significado una fuerte presión hacia los ecosistemas nativos remanentes, debido a cambios de uso del suelo, degradación, fragmentación y pérdida de hábitats nativos, los que presentan una larga historia (Arroyo et al. 1999). Esto hace particularmente urgente implementar medidas tendientes a garantizar la conservación de la biodiversidad en los ecosistemas presentes en esta ecorregión (Arroyo y Cavieres 1997) por medio del acercamiento de esta problemática ambiental a las comunidades locales, pero además haciéndolas participes de los beneficios que la diversidad biológica entrega. Este planteamiento ha sido recogido por el Convenio sobre la Diversidad Biológica Suscrito por Chile en el año 1994, y a partir del cual se diseñó la Estrategia Regional de Conservación de la Biodiversidad, preparada por la Comisión Nacional de Medio Ambiente, Región Metropolitana.

Resulta evidente la intensa modificación del paisaje al comparar las características de la vegetación presente en los faldeos precordilleranos de la zona metropolitana a la llegada de los españoles, donde dominaban bosques esclerófilos mixtos de Espino (Acacia caven) y Litre (Lithrea caustica) junto a densos bosques de Lingue (Persea lingue) y Peumo (Cryptocarya alba), con las actuales formaciones vegetales remanentes en la región Metropolitana asociadas a la zona de piedemonte, los que corresponden a matorral abierto y renovales de bosques esclerófilos (Gajardo 1994, CONAFCONAMA-BIRF 1991). Uno de estos remanentes de mayor superficie se encuentra representado hoy en día en la Reserva Nacional Río Clarillo.

Los cambios asociados a la vegetación han tenido efecto en las dinámicas ecosistémicas de la toda la región (las que sin embargo han sido muy poco estudiadas), promoviendo regímenes de incendios forestales (Pauchard et al. 2008), flujo de nutrientes (Delgado & Serey 2002) y procesos de remoción en masa.

El Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado no ha logrado tener una representatividad adecuada en este ecosistema con alta diversidad biológica (Luebert y Becerra 1998; Pliscoff 2002), concentrándose principalmente estas en el sur del país. Las causas descritas han sido varias, siendo una de las principales la baja disponibilidad de terrenos con propiedad estatal, que puedan ser destinados a la conservación.